2° PREMIO
Hay momentos donde las excusas son
necesarias y otras donde se vuelven
vicio y te levantan prisiones. (el autor)
DIEGO MARADONA (luego del partido de despedida de un amigo)
La habitación, elegante y tranquila
como un día de reposo en la montaña, me llena de Silencio.
Pero dentro de poco llegará ese ruido que me persigue a todas partes
y me pone como ante un tribunal
y murmura juicios que me bañan como
una cascada de escupitajos.
Retiro la persiana y me deleito:
fuera están la noche y la ciudad
que parecen llorar como un niño huérfano.
En el hotel, dispersos y con bonitas mujeres, festejan los amigos.
El comedor de cristal tiene huellas del polvo que me permite aguantar.
Todavía, como zancudos, zumba el ruido de la gente
que corea el apellido de mi padre
que me ha convertido en este esclavo de la fama y la pelota;
¡ah ¡! Cuanto añoro ser otro tipo
un Linyera, en Villa Fiorito
viendo los partidos de esa camiseta color cielo
mezclado con el alcalino traje de la cocaína.
¡Cuanto quisiera no haber sido yo!
y haber escuchado al viejo y no darle patadas a la pelota
pero mi delirio estuvo junto al balón
y, como si fuera el mundo, quise dominarlo y tenerlo a mi antojo.
Los domingos siempre me recordarán la Gloria y la Derrota
el triunfo de mi fama y mi talento
la derrota de mi alma sometida al éxito.
Y tanta plata y tanta coca jamás podrá llenar eso que no comprendo
y a donde no puedo llegar
y me deja preso del mundo, de la vida…
Hoy, que más jodido e indefenso me siento.
Atrás quedó la juventud, la arrogancia y las gambetas
Esta gordura y una ansiedad perenne
son lo único que ofrezco al mundo
Ahora, cuando esa gente que no conozco me idolatra
y fundan una iglesia en mi nombre
vengo a darme cuenta que el futbol me dio lo que quise:
pero entre él y yo estaba la Gloria
e hipnotizado, corrí a su alcance (dicen que soy una estrella)
pero yo solo busco un poco de calor en el sol y en las manos que me aplauden.
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