lunes, 11 de junio de 2018

Diles que no me maten Juan Rulfo


Diles que no me maten
Juan Rulfo
Diles que no me maten es cuento protagonizado por padre e hijo que durante los diálogos que departen le muestran al lector los acontecimientos que suceden, además de un tercer narrador que sirve para complementar la historia y quien más aporta acerca del perfil del personaje que se estudió en el presente trabajo, es decir, el padre. Este tercer narrador se encarga luego, gracias al uso del dialogo entre personajes de mostrar qué razones llevaron al protagonista a la situación por la que pasa. Además conoce muy bien la historia, haciendo el papel de narrador extradiegetico omnisciente como por ejemplo: Lo habían traído de madrugada (Rulfo, 2018). O en este otro ejemplo donde muestra lo bien que conoce al personaje: Don Lupe Terreros, el dueño de la Puerta de Piedra, por más señas su compadre (Rulfo, 2018). el cual deja durante el relato que el protagonista relate los acontecimientos, cediéndose la palabra de uno al otro y en medio de los recuerdos hablan nuevamente de la posibilidad de la muerte, es decir, que vuelve al punto de inicio del cuento, desde allí comienza a relatar los momentos previos, es decir, lo que pasó la noche anterior, antes de llegar al momento en que fue sentenciado a muerte, así que desde allí el que maneja la voz en el relato es el narrador omnisciente quien piensa por el personaje, luego se da paso nuevamente al uso de diálogos en donde se cuenta por qué lo han llevado hasta donde el jefe de los militares con lo cual se le empieza a dar a final a la historia. Finalmente, el narrador extradiegetico cuenta como su hijo se lleva su cuerpo ya muerto y con resignación emprende su camino: Tu nuera y los nietos te extrañarán -iba diciéndole-. Te mirarán a la cara y creerán que no eres tú. Se les afigurará que te ha comido el coyote cuando te vean con esa cara tan llena de boquetes por tanto tiro de gracia como te dieron (Rulfo, 2018).
Su nombre es Juvencio Nava, de 60 años, es un hombre del campo, que por asunto de tierras mató a su compadre como se argumenta acá a pesar que ese momento no tenga en cuenta y no se especifique: Esto pasó hace treinta y cinco años, por marzo, porque ya en abril andaba yo en el monte, corriendo del exhorto. No me valieron ni las diez vacas que le di al juez, ni el embargo de mi casa para pagarle la salida de la cárce (Rulfo, 2018)l. Tuvo que vivir huyendo y por cosas del destino y que hacen parte de la forma que tiene el autor de pensar la trama termina con la muerte de éste, luego de huir durante mucho tiempo. El tono de voz que le da el autor es semejante al de un campesino a pesar que no existan rasgos sociolingüísticos que lo caractericen como, por ejemplo: ¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad (Rulfo, 2018). O también en este otro caso: y los dos muchachitos todavía de a gatas (Rulfo, 2018). La presentación del personaje se hace tanto de manera personal como por parte del narrador extradiegetico. Aunque sus rasgos físicos no sean dichos el hecho de saber que tiene sesenta años sí puede suponer ciertas cosas, como por ejemplo que por su edad los desplazamientos que realiza son un poco dificultoso, por lo tanto, cuando es llevado por los soldados se puede dar cuenta de lo dificultoso que todo eso se le hace. Ya lo único que le quedaba para cuidar era la vida, y ésta la conservaría a como diera lugar. No podía dejar que lo mataran. No podía. Mucho menos ahora (Rulfo, 2018).  De sus creencias solo se puede asegurar que tiene mucho temor de perder su vida y que quizá nunca anteriormente había pensado que tenía tanto valor, a pesar de siempre estar como perseguido como se extrae del cuento: “Y yo echaba pa’l monte, entreverándome entre los madroños y pasándome los días comiendo verdolagas. A veces tenía que salir a la media noche, como si me fueran correteando los perros. Eso duró toda la vida. No fue un año ni dos. Fue toda la vida” (Rulfo, 2018). Las palabras que usan son comunes, muy de un uso popular, que nos dan entenderlo como una persona que solo dice lo necesario. “Esto pasó hace treinta y cinco años, por marzo, porque ya en abril andaba yo en el monte, corriendo del exhorto. No me valieron ni las diez vacas que le di al juez, ni el embargo de mi casa para pagarle la salida de la cárcel. Todavía después, se pagaron con lo que quedaba nomás por no perseguirme, aunque de todos modos me perseguían. Por eso me vine a vivir junto con mi hijo a este otro terrenito que yo tenía y que se nombra Palo de Venado. Y mi hijo creció y se casó con la nuera Ignacia y tuvo ya ocho hijos. Así que la cosa ya va para viejo, y según eso debería estar olvidada. Pero, según eso, no lo está” (Rulfo, 2018).
Las acciones llevadas a cabo por el personaje se pueden agrupar en
En la secuencia cronológica del cuento las situaciones suceden de la siguiente manera:
Juevencio tiene tierras y luego de una sequía y de ver la falta de solidaridad de su compadre Lupe terreros quien no le compartía su pasto, Juvencio y él comenzaron con una serie de disputas que terminó con la muerte de Lupe y la huida de Juvencio. Luego de mucho tiempo un grupo de soldados va en busca de un tal Juvencio Navas, ose él y se lo llevan donde un militar que dice ser el hijo de Lupe Terreros y que está decidido a vengar la muerte de su padre y por eso Juvencio es condenado a muerte. Las acciones muestran al personaje como un ser temeroso que siempre vivió huyendo y que se mantuvo entre la esperanza y la resignación, por un lado, la esperanza de salir de sus fantasmas, la esperanza que finalmente no lo maten y la resignación de saber que su vida siempre tuvo que ser la de vivir escondido en ambientes rurales.
En el cuento se observa poco el efecto de la dilación, los acontecimientos suceden uno tras otro y no de manera lineal, con lo cual, el uso de las distintas voces que forma la historia le da mayor sentido al texto. La mayoría de los verbos están en el pasado
Por lo que de manera general trata el cuento, al vivir huyendo el personaje se ve como alguien que poco se puede relacionar con los demás porque parece que la culpa lo persigue a pesar de conservar cierta esperanza como se demuestra en la trama como se ve a continuación en voz del narrador extradiegético:  Se había dado a esta esperanza por entero. Por eso era que le costaba trabajo imagina morir así, de repente, a estas alturas de su vida, después de tanto pelear para librarse de la muerte (Rulfo, 2018).
Este cuento además crea una especie de denuncia sobre muchas situaciones parecidas que ocurren en los campos, además de lo sensible que es el hombre ante la naturaleza, resaltando siempre la esperanza de vivir, a pesar   de los inconvenientes, las culpas y los fantasmas que anden latentes y especialmente la vida de los campesinos y su resignación ante los fenómenos naturales y sociales.





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