Apocalipsur
surge en la historia del cine colombiano como una película que trata de contar
la Medellín que resiste desde la bohemia, en medio del dolor y de la crisis
humanitaria que entre finales de los 80 y principios de los 90 vivió la ciudad,
narra esa otra Medellín, la de la noche, las costumbres citadinas, el emerger
de esta ciudad en el orbe mundial por su
epíteto de Muerte, Apocalipsur le llamaban por entonces algunos jóvenes,
apelativo fruto de la violencia y las múltiples formas que esta encarnó para
que muchos jóvenes de la ciudad fueran víctimas o victimarios, mediante
distintos fenómenos sociales que aparecieron por aquel entonces, todos ellos
secularmente desde las esferas del narcotráfico que permitieron corromper los
valores y esquemas tradicionales de
nuestra sociedad.
Más
allá del argumento de la película, su atención se centra en los simbolismos,
elementos que tratan de darle otra identidad a la Medellín de inicios de los
90s mediante la narrativa de resistencia que tuvieron los jóvenes de aquel
entonces, quienes animados por ver florecer una primavera en esta ciudad, a
raíz de la muerte y de los distintos fenómenos violentos acaecidos,
posibilitaron por encima del peligro latente el arte, el encuentro, la
colectividad, elementos que se convirtieron en un lazo de afecto, de unión y de
no deshumanización, puesto que la postal que nos queda de la violencia en
aquella época está llena de inquietud, zozobra y completamente estática, sin
color, sin risa, sin alegría, quizá sea lo trascendente de esta obra : ver la
Medellín que caminaba a la par de los balas y de las bombas, esa Medellín que
sigue caminando y sigue resistiendo porque la primavera es el ejercicio
constante de ver florecer esta ciudad, los niños y niñas, los jóvenes que se atreven invadir esta selva
gris y ocre con sus colores, con sus ideas, con sus sueños y con sus virtudes.
Tampoco
podemos dilucidar si solamente en la rumba, el encuentro, la palabra, la noche,
la música, el arte y el “parchar” como se dice en el territorio antioqueño sean
los únicos sinónimos de esta historia, pues a la par que tiene la incertidumbre
generada por la violencia se suman conflictos desligados d el amisma como la
orfandad, el madresolterismo, el atraso, el hambre rampante, el desplazamiento
rural que llevó a poblar muchas
ciudades, el estigma sobre la ciudad y sus habiytantes a nivel mundial, un
síntoma de este enorme dolor que ha cargado la sociedad en la ciudad de
Medellín y que responde a catalizar esos
rasgos distintivos que se convierten entonces en una especie de anestesia que
se necesita para pasar un trago amargo,
para livianar todas las cargas emocionales y físicas, por esta razón también se
convierte la película en un canto de resistencia y en una sensación de no
derrota y de protesta donde los jóvenes alzaron su voz con el arte, con el
encuentro, con la música, decir que podían seguirse reuniendo y podían seguir
construyendo una ciudad de primavera en medio de las balas, de la muerte y el
miedo del que se apoderó nuestra ciudad.
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